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Jornalista, por conta de cassação como oficial de Marinha no golpe de 64, sou cria de Vila Isabel, onde vivi até os 23 anos de idade. A vida política partidária começa simultaneamente com a vida jornalística, em 1965. A jornalística, explicitamente. A política, na clandestinidade do PCB. Ex-deputado estadual, me filio ao PT, por onde alcanço mais dois mandatos, já como federal. Com a guinada ideológica imposta ao Partido pelo pragmatismo escolhido como caminho pelo governo Lula, saio e me incorporo aos que fundaram o Partido Socialismo e Liberdade, onde milito atualmente. Três filh@s - Thalia, Tainah e Leonardo - vivo com minha companheira Rosane desde 1988.

sábado, 28 de abril de 2012

Carta de um elefante ao Rei de Espanha

Repasso, sem delongas, carta de um elefante ao Rei de Espanha, mostrando a generosidade dos animais selvagens em relação às bestas que, armadas de poderosos rifles, transformam o assassinato dos habitantes das florestas - hoje, animais. Ontem, negros e índios - em esporte aristocrático. A correspondência me chegou via a sempre atenta Gilda Arantes.


Su  Majestad, Rey de España:

Soy un elefante de Botswana, el país africano en el que me dicen que su Majestad ha estado recientemente para descansar de sus fatigas, cazándonos en un safari. Los elefantes somos mansos, aunque fieros cuando nos atacan. También nuestros dioses, los de la sabana, son dioses buenos, no vengativos, aunque sí celosos de sus habitantes. Quizás por ello, han querido preservar su vida, importante para su país,  aunque han querido advertirle con su caída y sus fracturas en el campamento desde donde salía para cazarnos, que sería mejor ya para su Majestad que ha  vivido ya más de lo que vivimos uno de nosotros, dedicase su tiempo a otras cosas, en vez de venir a matarnos. Por ejemplo a seguir a esa España que se está desmoronando económicamente, a ese 52% de jóvenes que sufren el aguijón del paro después de tantos años de estudios, o simplemente a disfrutar de ver a los animales correr y divertirse en su habitat natural, pero sin escopetas, con las manos vacía, o mejor, llenas de flores.
Nosotros sabemos que no ha hecho nada ilegal viniendo y pagando muchos miles de euros para matar a uno de los nuestros. Se lo permiten las leyes de mi país. Para muchos, matar animales es como lo era antiguamente cazar a lazo a los negros o indios para esclavizarlos. Pero ¿basta que algo sea legal para realizarlo? Existen también las leyes del corazón, no escritas, las de los sentimientos humanos, que según dicen, por cierto, son superiores a los nuestros y existen ciertos ejemplos que un Rey debe ofrecer de su vida incluso privada.
Su Majestad, desde su primer discurso como Rey, afirmó que quería serlo de todos los españoles. Yo sé que en España hay aún mucha gente que no les importa ver sufrir o morir a los animales y que hasta se divierte observándolo.  Sin ir muy lejos, la Fiesta Nacional de ustedes consiste en poner a un pobre toro a merced del torero, los demás que lo acompañan en el ruedo y un público alegre que grita "olé"ante cada aguijón que le clavan al bravo astado.
 Pero existen también millones, sobretodo de jóvenes, que aman a los animales, que quieren protegerles y conviven con ellos. A esos millones de españoles, no creo que les guste especialmente la imagen de su Rey llegando a África,  nuestro territorio, escopeta al hombro, para distraerse disparándonos sin que podamos defendernos.
Nos han dicho, Majestad, que usted posee una de las mejores colecciones de escopetas de caza que existen. ¿Podemos hacerle una sugerencia? Haga de ellas un museo y anuncie a los españoles, que su Rey nunca más va a matar a ningún animal y que los años que aún le queden de existencia - que le deseamos sean aún muchos más de los que nosotros vivimos, los va a dedicar a distraerse a favor de la vida y no de la muerte. Sabemos que nosotros, los elefantes, como el resto de los animales, no tenemos derechos. Para algunos, nacemos para ser cazados y muertos. Pero queremos recordarle que nosotros no hacemos mal a nadie. Somos sensibles y humildes y hasta nos parecemos a ustedes, los Homo Sapiens. Dicen los zoólogos que somos de uno de los pocos animales que respetamos a nuestros difuntos y de los pocos que saben reconocerse, como los humanos, en un espejo.     Es verdad que quizás para ustedes los humanos los elefantes seamos inútiles, no somos indispensables para nada, pero, no por ello deben tener el derecho de matarnos.
También las monarquías hoy, parecen inútiles para muchos y no por eso se les da caza a reyes y reinas. 
Y hablando de reinas, nos gustaría saber qué piensa su discreta, querida y ¿respetada? reina Sofía de su amor por la caza de elefantes. Ella como mujer y como madre, debe saber que en nuestra organización en la sabana, vivimos un reino matriarcal. Las elefantas organizan y dirigen nuestra comunidad. Son madres amorosas, dan de mamar a sus hijos durante tres y hasta cinco años y sufren como ustedes los humanos cuando se los matan por capricho.
Por último, nos gustaría que sus nietos y biznietos, un día consiguieran divertirse sin necesidad de venir a África a cazarnos y arrancar nuestros colmillos de marfil para adornar los palacios reales con sus trofeos de muerte. Quizás, ni queriendo podrán ya hacerlo porque quedamos sólo 30.000 elefantes en todo el mundo y al ritmo al que nos matan, sus nietos ya no tendrán como hacerlo, porque habremos sido extinguidos. Tendrán que conformarse con cazar cucarachas, que al parecer están en el planeta hace más de un millón de años y resisten hasta a las radiaciones atómicas. Nosotros, no. Somos más grandes, pero más frágiles. Quizás por ello nos amen tanto los niños a quienes les gusta divertirse con nosotros, pero vivos, no muertos.
Sólo me resta desearle, Majestad, en nombre de nuestros dioses, que se recupere pronto del susto que le hemos dado, que no era para asesinarlo, sino para hacerle pensar que sería mejor para su Majestad que a la hora de dejar este Planeta, los elefantes que aún estemos vivos podamos llorarlo en vez de alegrarnos porque ha muerto uno de nuestros verdugos.
Los vientos de la selva son misteriosos, Majestad.
¿Por qué no nos regala sus escopetas en vida?
Con respeto y en nombre de todos los elefantes de Botswana.

        Un elefante al que todavía no han asesinado

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